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Universidad de San Andrés

Licenciatura en Humanidades y Licenciatura en Diseño

Otoño 2020

Género y sociedad. Una historia cultural de las mujeres en el arte

Trabajo Final

Profesora: Dra. Georgina Gluzman

Alumna: Ángeles Peña

“(...) que tenga las huellas de haber estado en la vida” - John Cage

El último febrero tuve la oportunidad de viajar a Washington D.C. y quedarme allí por un tiempo. Una de las actividades que más me llamaba la atención era visitar los distintos museos que se encuentran en la ciudad. Con la idea de cuadros del Impresionismo en movimiento y esculturas de Rodin que cobran vida en la película Una Noche en el Museo, el Instituto Smithsoniano y su diversa colección resultaba uno de los mayores atractivos.

 

Ya hacia los últimos días del viaje, visité el National Gallery, un museo compuesto por dos edificios unidos por un pasaje subterráneo. Entre la recorrida de una sala a otra pasé por la tienda del edificio oeste, donde encontré una gran variedad de objetos y productos a la venta con la temática de diversos artistas y obras (por un momento, uno podía llegar a pensar que la tienda era un museo en sí misma). En alguno de los vistazos generales, me crucé con un pañuelo semi transparente con la imagen de una mujer pálida de expresión tranquila, recostada con los ojos cerrados junto a una niña pequeña de cabellera enrulada, ambas desnudas pero cubiertas de flores. El pelo de la mujer era voluminoso y brillante. Era la primera vez que veía esa obra pero por el uso de formas ornamentales de colores vivos y detalles en dorado que envolvían a los dos cuerpos, me di cuenta que trataba de un cuadro del pintor austríaco Gustav Klimt. La escena me resultó muy conmovedora por la sensación de calma que transmitían las dos figuras.

 

Una vez terminado el día, decidí buscar en Google el nombre de la obra a través de las entradas 'woman and child klimt' para ver si encontraba un resultado que me aproximara a rastrear lo que había visto en el museo. Sorprendentemente, apenas ingresé la búsqueda me aparecieron las exactas imágenes del pañuelo. En todos los resultados veía como título de la obra 'Mother and Child, de Gustav Klimt'. Sin embargo, de repente encontré una imagen con un recuadro más amplio en el que era posible ver más información en el extremo izquierdo. Al acercarme y mirar con más atención, logré identificar partes de una tercera figura que había sido recortada. Decidí clickear en la imagen para saber más y cuando entré a la página vi una versión del mismo cuadro en la que, al lado izquierdo de la madre y la hija, había una mujer anciana de perfil. A diferencia de la madre y la hija que se encontraban tiernamente abrazadas y rodeadas por las características flores coloreadas de Klimt, esta figura se encontraba de pie separada y cubriéndose el rostro con el pelo y la mano mirando al lado opuesto del espectador, rodeada de tonos más oscuros y menos llamativos que el resto. Fue entonces que me di cuenta que esa era la versión original y completa del cuadro que había encontrado y que, en realidad, este se llama 'The Three Ages of Woman'. La obra fue hecha en 1905 y representa tres mujeres de distintas edades, simbolizando el ciclo de la vida. Sin embargo, "Mother and Child" es comúnmente conocida como un recorte detallado de la obra que funciona como una sección en sí misma, 'para evitar el reflejo negativo y transformar la escena en una obra más positiva', como explican algunas fuentes disponibles en Internet. Algunas explicaciones remarcan que la intención del artista fue marcar la diferencia entre la armonía de las dos figuras más jóvenes, separándolas de la mujer anciana de piel arrugada y anatomía frágil que mira hacia otro lado, como si estuviera humillada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué es lo que entonces separa a la anciana de las otras dos figuras? ¿Cuál es la razón por la que las reacciones son tan distintas una de la otra? ¿Cómo se refleja este tipo de diferencias con respecto a la edad de las mujeres desde ese momento hasta el día de hoy?

 

 

 

 

Desde que descubrí la diferencia entre los dos nombres con los que se conoce a esta obra, cuando busco 'Mother and child, by Gustav Klimt' no puedo dejar de ver a la madre joven con la niña en el centro de escena y detalles recortados de los dedos, los rulos o el abdomen inflamado de la tercera mujer. Al mismo tiempo en que descubrí esta obra, comenzaba a leer El Segundo Sexo, de Simone de Beauvoir, y sus palabras me quedaron resonando: "Se ha dicho, a veces, que las mujeres de cierta edad constituían un 'tercer sexo', y, en efecto, no son machos, pero ya no son hembras tampoco" (pg. 42). Este fue el punto de partida para un trabajo que busca indagar sobre la relación que existe entre el género y la concepción de la vejez en la sociedad, y cómo esto se ve traducido en modelos de representación visual como el arte y la publicidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imágenes encontradas bajo la búsqueda de 'Mother and Child, Gustav Klimt'

Cuadro The Three Ages of Woman (1905), de Gustav Klimt

The Three Ages of Woman (1905), de Gustav Klimt

Imágenes asociadas a la estética japonesa wabi-sabi

The Old Courtesan, de Auguste Rodin

Prismacolor IV, de Claire Prussian

Imagen de Prismacolor IV (1976), Claire Prussian

(la versión original está hecha con lápiz de color y grafito)

Imágenes de publicidades anti-age

Gráfico1
Gráfico2

Gráficos obtenidos del estudio realizado por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) en 2017

Gráficos obtenidos del estudio realizado por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) en 2017

Infografía

Infografía hecha por CirujanoPlastico.net a partir de los datos obtenidos del estudio realizado por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) en 2017

(si tiene dificultades visualizando el video haga click acá)

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'Age is Nothing', de Min Hyun Woo

Publicación de la sesión de fotos en el

Instagram de Min Hyun Woo.

(si tiene dificultades visualizando el video haga click acá)

La campaña fue realizada en conjunto con la agencia publicitaria CHINA

(si tiene dificultades visualizando el video haga click acá)

En el siglo XIX, la expectativa de vida aumentó en los países tempranamente industrializados, marcando una diferencia con el resto del mundo; sin embargo, esta desigualdad disminuyó a nivel mundial en las últimas décadas. Aunque aún existen desigualdades entre y dentro de los países (en 2019, el país con la menor expectativa de vida fue la República Centroafricana con 53 años, mientras que la de Japón fue de 30 años más), desde principios del siglo XX, la expectativa de vida promedio global aumentó y ahora se encuentra por encima de los 70 años. En 2018, el número de personas mayores a 64 años superó la cantidad de menores de 5 años mundialmente y las proyecciones de las Naciones Unidas parecen indicar que el aumento de la vejez en la población va a ser una de las transformaciones sociales más significativas de la sociedad del siglo XXI. Esta tendencia nos lleva a pensar que habrá una mayor presión para responder a factores que afecten a este segmento de la población. Estos cambios son producto de diversos factores, sociales, económicos, políticos, científicos, que influyen y redefinen los parámetros de lo que se considera “joven” o “viejo”, y qué recepción tienen en la sociedad. ¿De qué forma se traducen estos parámetros en la vida de las personas? ¿Qué diferencias se traducen en el impacto según el género?

Hoy en día, son muy comunes las expresiones que hacen referencia a la edad de una mujer con connotación negativa, tales como 'una mujer de cierta edad', 'cincuentona', 'solterona', 'no se debe preguntarle al edad a una mujer', o la generalizada costumbre de mentir sobre la edad. ¿Qué hay detrás de estos usos? En 1972, la escritora norteamericana Susan Sontag publicó un ensayo llamado The Double Standard of Aging, en Saturday Review, en el que desarrolla la cuestión de la edad y sus implicancias para las mujeres, a diferencia de lo que viven los varones. Es cierto que existe una cuestión general en cuanto a la edad, tanto para varones como para mujeres, en el que pesa la conciencia de que el estado físico y mental propios ya no son los mismos que antes y esto conlleva diversas consecuencias; sin embargo, la incomodidad que envuelve esta cuestión parece afectar de forma dispar en términos de género. La propaganda general que promociona la juventud afecta a ambos, pero la autora remarca que existe un doble estándar que afecta a la mujer de forma más profunda.

 

A diferencia de la 'masculinidad', la 'feminidad' es tradicionalmente identificada con cualidades que la edad no mejora y que incluso, puede empeorar. Las líneas en el rostro de un varón pueden ser signo de 'carácter', madurez y fortaleza emocional, como expresa Sontag, muestran que 'ha vivido'; mientras que el rostro de una mujer normalmente es valorado por mantenerse sin cambios, como aquellos que pueden ser creados por las emociones. El físico ideal es una aspiración presente en ambas partes, pero lo que se espera de cada uno de ellos tiene una relación moral diferente al ser. Mientras que los cuerpos de los varones son incentivados a desarrollarse, la construcción de lo femenino se mantiene principalmente a través de la ropa y otros signos que atestiguan el esfuerzo por mantener la atracción. Está más normalmente aceptado que una mujer pase más tiempo cuidando su apariencia física que un varón, y esta 'vanidad' que se le adjudica a las mujeres lleva como consecuencia un juicio posterior que recae en términos superficiales. Como remarca la autora, esto no significa que los varones no se preocupen por su apariencia y también quieran ser atractivos, pero su valor en la sociedad está marcado más fuertemente por lo que hacen, no solamente por cómo se ven. Es necesario tener en cuenta la diferencia del espacio temporal en que Susan Sontag escribió su ensayo y el contexto de la actualidad de este trabajo; sin embargo, podemos ver que si bien han habido cambios, estas cuestiones siguen vigentes.

Existen diversos factores que complejizan la mirada de la misma problemática, entre ellos se encuentra el hecho de que el valor y la connotación que puede tener la cuestión de envejecer varía de cultura en cultura. Por ejemplo, a diferencia de lo que generalmente ocurre en Occidente, en la cultura japonesa las personas mayores ocupan un lugar de respeto como pilar de la sociedad, donde incluso se celebra anualmente un feriado llamado Keiro No Hi (Día del Respeto por los Ancianos). Esto concepción japonesa de la vejez también se ve reflejada en el término wabi-sabi, que hace referencia a los valores estéticos de un tipo de belleza, pero que también se aplica a una forma de vivir, donde el paso del tiempo tiene un rol central. En su libro Wabi-Sabi for Artists, Designers, Poets & Philosophers, el autor Leonard Koren busca brindar una explicación que desarrolle a qué refiere este término, cuya característica implica ser un concepto cuyos bordes no están claramente delimitados. Una de las formas a través de las cuales logra esto es comparándolo con el modernismo: mientras que el modernismo romantiza la tecnología, está orientada hacia el futuro, necesita estar bien mantenido y busca la perduración, wabi-sabi romantiza la naturaleza, está orientado hacia el presente, se acomoda a los signos del desgaste y cree que para todo hay una estación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este tipo de diferencias también se ve afectado por condiciones de clase social. Envejecer resulta una preocupación mayor y más común en mujeres de clase media y alta por la diferencia que existe en términos de accesibilidad económica a tratamientos de rejuvenecimiento, quirúrgicos o no, y el orden de posibilidades y prioridades que esto permite. Es así que Sontag identifica que muchas veces envejecer es más un juicio social transformado en una batalla cosmética que la eventualidad misma en términos biológicos.

“A woman’s face is the canvas upon which she paints a revised, corrected portrait of herself. One of the rules of this creation is that the face not show what she doesn’t want it to show. Her face is an emblem, an icon, a flag“ 

- Susan Sontag, The Double Standard of Aging (1972)

En el caso del estándar tradicional de belleza masculina, el paso del tiempo significa el cambio de un tipo de atractivo a otro. Como expresa una de las mujeres de los relatos del libro La mujer rota (capitulo 'La edad de la discreción'), de Simone de Beauvoir, al ver a su marido (ambos en la etapa de los sesenta años) en un río mientras ella sentía que su cuerpo la 'abandonaba': "Un cuerpo de viejo es a pesar de todo menos feo que un cuerpo de vieja, me dije viéndolo chapuzar en el agua” (p. 57). En cambio, el estándar de belleza femenina se rige por cuánto se logra mantener o simular la apariencia juvenil. Como consecuencia, el cuerpo de una mujer mayor es entendido como un cuerpo que no debe ser más mostrado, ofrecido, revelado. Sontag hace referencia a la estatua de bronce The Old Courtesan, también conocida como Old Age, hecha por el escultor francés Auguste Rodin, en el que la ensayista ve representado el terror del cuerpo envejecido de una anciana que se encuentra desnuda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En su serie de televisión Ways of Seeing (1972), el escritor y crítico de arte británico John Berger analiza cómo la mirada propia está atravesada por un universo visual que no es casual ni inocente, sino que existen relaciones de poder en la mirada. Es importante ser conscientes de esto ya que cómo miramos define cómo contamos nuestras historias y las de los demás. En este caso, el crítico de arte repiensa lo que normalmente entendemos por desnudo dentro del arte, marcando una distinción que es más fácil de detectar cuando se usan los términos “nakedness” y “nudity” en inglés: “nakedness” siendo lo natural, muchas veces considerado como algo negativo, mientras que “nudity” es lo que vemos frecuentemente en el género del desnudo ideal de los retratos al óleo del arte europeo de siglo XVIII y XIX. Berger remarca que estar desnudo no es ser uno mismo sino ser visto por otros sin ropa pero no reconocido como uno, posición en la que se ubica al sujeto como objeto. Esta diferencia puede ser observada en la representación de los cuerpos del cuadro de Klimt anteriormente mencionado, donde las figuras femeninas más jóvenes están desnudas pero no parecen sentirse afectadas por ello; mientras que la posición de la mano de la mujer mayor tapándose el rostro y la mirada totalmente desviada denotan la conciencia de que está siendo vista por un espectador y esa mirada parece avergonzarla. Su lenguaje corporal demuestra la posición de exposición en la que se encuentra ante ese posible espectador. La escena en su totalidad es retratada para ser mirada, pero los efectos que esto genera en cada figura son distintos, donde el cuerpo en exposición tiene lecturas opuestas según su edad. En el caso de la escultura de Rodin, si bien la mujer no se está tapando el rostro, es clara su distancia con lo que puede ser considerado un cuerpo joven ideal creado para ser mirado con admiración.

 

En el capítulo II, La Mujer en el Arte, John Berger remarca que en la tradición del arte europeo la mujer ha sido retratada para ser mirada. La presencia de espejos en numerosas obras no tratan simplemente de una mirada narcisista propia sino de mujeres que se miran siendo observadas. Esto lleva a la pregunta: ¿quién está mirando? Berger identifica esta vigilancia como una puesta de objetificación de las mujeres, que en su gran mayoría posan desnudas expuestas frente a un espectador especialmente masculino, ya que en su mayoría las obras de desnudos femeninos son hechas por artistas varones pensando en el placer propio y del espectador cómplice. Al final del capítulo, se realiza una entrevista a un grupo de mujeres de diferentes edades y una de ellas remarca el rol que cumple este tipo de representaciones normalizadas en la imagen que una puede hacerse de sí misma, donde el foco debería estar en el pensamiento, la acción y el sueño de una misma, no en el placer de un tercero.

“A woman must continually watch herself… From earliest childhood she has been taught and persuaded to survey herself continually. And so she comes to consider the surveyed and the surveyor within her as the two constituent yet always distinct elements of her identity as a woman” 

- Berger, The Body Politic: Female Sexuality and Women Artists since 1970 de Lisa Tickner

Como trata la artista y estudiosa feminista Joanna Frueh en su texto The body through women’s eyes, durante la Segunda Ola Feminista de la década de los setenta, las artistas pasaron a ser más conscientes y críticas al respecto de la idealizaciones sociales y culturales del cuerpo de la mujer. El tratamiento artístico feminista de la época buscó afirmar la autenticidad de las experiencias de las mujeres en cuanto a la belleza, sexualidad y poder en contraposición de las idealizaciones existentes hasta ese momento en la sociedad. Entre las artistas destacadas por Frueh que buscaron humanizar la belleza a través de su obra se encuentra Claire Prussian con su trabajo Prismacolor IV (1976), en el que representa una ex estrella de cine como un ícono irónico de juventud, cuyas uñas pintadas de rojo exageran la necesidad de feminidad y desenmascaran el ideal artificial. ¿Qué es lo que tradicionalmente se consideran rasgos femeninos y qué pasa con ellos con la edad? Prussian entiende a la mujer como una figura que en un momento es un símbolo sensual, convincente y absurdo, y que la edad no necesita significar la eliminación de ese atractivo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“In ‘The Mask of Beauty’, Stannard says that women’s social conditioning impels them to don a disguise. Makeup, the maintenance of a youthful appearance, painful procedures such as cosmetic surgery and silicone breast implants, and the sway of movies, beauty contests, and advertising are the indoctrination and enticements that make sure, as Stannard says, ‘Women are the beautiful sex’”

- Joanna Frueh, The body through women's eyes

 

Un ejemplo de la búsqueda mencionada en la cita anterior es el cortometraje El mundo de la mujer (1972), realizado por María Luisa Bemberg. En esta pieza audiovisual, la guionista y directora de cine argentina documenta la exposición “La Mujer y su mundo”, parte de la Feria Femimundo realizada anualmente en el predio de La Rural (Buenos Aires, Argentina), y a través del trabajo de imagen y sonido, sin imponer un discurso, denuncia la esfera creada en la época alrededor de la mujer donde se la ubicaba en el centro de publicidades dirigidas a la belleza de su cuerpo. En el cortometraje es posible observar que las modelos de la exposición son mujeres jóvenes; sin embargo, mujeres de todas las edades atienden al evento. ¿Qué pasa hoy en día con estas diferencias intergeneracionales? ¿Cómo leemos los modelos de representación de las mujeres?

En Arte Comercial, capítulo V de Ways of Seeing, John Berger saca a luz el mecanismo de persuasión a la transformación que opera por detrás del mundo publicitario, donde se plantea una vida alternativa a través del lenguaje de palabras e imágenes de deseo, producidas por el principio 'tú eres lo que tienes'. Esto implica más que la venta de un objeto, es una propuesta de actitud y vida que plantea escenarios, gestos y placeres que tientan al espectador. Este tipo de mecanismo puede ser identificado en las publicidades que venden productos de belleza en  vidrieras de farmacias y perfumerías que buscan el rejuvenecimiento del cuerpo, planteando la promesa de una piel sin arrugas y manchas. La publicidad apela a una forma de vida a la que aspiramos y en la actualidad esta nube de ilusión está conformada en su mayoría por cuerpos jóvenes y vitales, a los que los efectos del tiempo parecen no afectar. La lógica publicitaria propone la promesa de un futuro en un presente que no termina. La propaganda anti-age busca inalcanzables formas de volver atrás pero, ¿por qué buscar a toda costa 'una piel sin biografía', como la llama John Berger?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El estándar de la belleza femenina no ha sido siempre el mismo sino que sus valores y juicios han sido cambiados y resignificados a lo largo de los períodos históricos. En el libro Historia de la belleza. El cuerpo y el arte de embellecer desde el Renacimiento hasta nuestros días, el historiador y sociólogo francés Georges Vigarello afirma que la historia de la belleza no escapa a la de los modelos de género ni de identidades, incluyendo formas, aspectos, expresiones y rasgos (p. 12). A mediados del siglo XIX, el cuerpo femenino incorpora el signo del músculo visible y trabajado, hasta entonces propiamente masculino, instaurando una silueta esbelta y deportiva. El nuevo ideal de belleza se centra en la figura enérgica donde no hay lugar para aquello que no denote vigor. En el mundo de la imagen, donde la presencia física es primordial, la belleza es el primer factor de atracción. Vigarello identifica el aumento de la expectativa de vida, la eficacia sanitaria y la renovación de la biología entre las causas de una sensación de igualdad en términos de edad, planteando que las personas de 50 a 70 años de hoy viven casi igual que las generaciones que los siguen (p. 236). El 'furor por vivir', las actividades diversificadas, el manejo de vehículos, viajes de vacaciones, el cuidado de sí mismo e incluso el cine juegan un rol al renovar el mundo imaginario en el que se construye un ideal de belleza corporal que gira en torno a la delgadez y la funcionalidad de cuerpos activos. Esta definición de vigor viene acompañada de lo que Vigarello llama la “literatura anti-edad”, apoyada por el sueño de reparaciones físicas, desde tratamientos no invasivos a cirugías estéticas de diversos tipos. 

 

 

 

“(...) la cifra de ventas de ‘productos anti-edad’ pasó en Francia, de 10 millones de euros en 1991 a 35 millones en 2002, crecimiento muy superior al ya notable de la cifra de ventas de cosméticos en general”

Georges Vigarello, 

Historia de la belleza. El cuerpo y el arte de embellecer desde el Renacimiento hasta nuestros días (p. 236)

 

 

 

La idea de la operación estética se popularizó a principios del siglo XIX, considerada 'a la orden del día', en la cual predominan las intervenciones que eliminan las arrugas. Entre 1918 y 1930, 2500 de las 3000 cirugías estéticas realizadas por un solo cirujano, René Passot, fueron hechas con este fin (p. 229). Según el estudio realizado por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) en 2017, hay un crecimiento constante de la cirugía plástica y los tratamientos cosméticos en todo el mundo, Estados Unidos y Brasil como países líderes en términos de cantidad. Si bien este aumento se adjudica a varias causas, entre ellas el crecimiento de la población y su expectativa de vida, innovaciones técnicas de tratamiento estético y una mejora de las estadísticas, es importante no dejar de lado la creciente valoración e idealización del aspecto joven. Los resultados demuestran que la demanda de tratamientos cosméticos es liderada por las mujeres, representando un 86,4% del total a nivel mundial, a diferencia de los varones que representan un 14,4%. Además, a partir de los estudios, es posible notar que existe una mayor variedad de procedimientos estéticos ofrecidos a las mujeres en comparación a aquellos destinados a los varones y la mayoría de estos están destinados al rejuvenecimiento. No es de menor grado de importancia tener en cuenta los riesgos, estéticos y de salud, que implican las operaciones de este tipo, especialmente cuando se hacen de forma múltiple y recurrente y dependiendo de la edad del paciente. Los centros médicos que realizan este tipo de operaciones, entre ellos la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (SACPER), advierten que entre estos riesgos se encuentran aquellos como trastornos psicológicos e incluso secuelas motoras y funcionales.

 

 

A partir de los resultados en porcentajes de los siguientes gráficos, es posible observar que existe una tendencia marcada de la cirugía estética pensada y consumida principalmente para y por la mujer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es posible ver el consumo del imaginario visual de estos cuerpos femeninos expuesto en el documental Il corpo delle donne, donde se habla del uso del cuerpo de las mujeres en la televisión y cómo la gran mayoría de los rostros femeninos operados cancela las huellas del tiempo. La recopilación de escenas de programas televisivos italianos muestra la cancelación de la identidad de la mujer bajo la mirada de la audiencia y cómo esto deviene en una objetificación del sujeto. La narradora del documental remarca el patrón de figuras femeninas que aparecen en la televisión cuyos rostros acaban siendo deformados en la lucha contra el tiempo a través de procedimientos quirúrgicos. ¿Qué cuerpos son referencia del modelo corriente de belleza? ¿Qué nos comunican estos cuerpos de los medios de comunicación masiva? Surge aquí la pregunta por la autenticidad del ser en donde las figuras públicas femeninas de la televisión, y también otros medios, no tienen permitida la desnudez de la cara. ¿Qué se oculta con la cirugía? Il corpo delle donne denuncia cómo se camuflan, esconden y modifican las vulnerabilidades que puede mostrar el rostro ante una cámara. Como remarca la narradora, tenemos más de 40 músculos en la cara y no sirven solamente para masticar, hablar o soplar sino que las expresiones individuales generadas por las distintas experiencias que cada persona vive son aquello que otorga carácter, incluyendo peculiaridades e inseguridades. En el documental se da el ejemplo de una actriz italiana que le expresó al equipo de maquillaje de una producción que no le saquen ni una arruga, ya que 'he tardado una vida para procurármelas'. ¿Por qué renunciar a la unicidad? Es necesario revertir la denotación de humillación que cargan los cuerpos por el paso del tiempo y desaprender la idea de que es más importante parecer que ser. Una representación cinematográfica de la situación que viven mujeres con respecto a su edad en el ambiente de los canales mediáticos es la película Bombshell (2019), basada en los relatos de las mujeres de Fox News que expusieron a su CEO Roger Alies por acoso sexual. Gretchen Carlson, personaje interpretado por Nicole Kidman, es una presentadora del canal de noticias que sufre distintos tipos de discriminación en relación a su edad, hasta el punto de ser despedida para ser reemplazada por figuras más jóvenes y atractivas que puedan mantener el interés de la audiencia. 

Otro fenómeno observado en el libro de Georges Vigarello es que los preadultos acceden casi al estatus de adultos al compartir recursos quirúrgicos, la artificialización y estetización de sí mismos, acentuando el ingreso a una sociedad de consumo que responde a ciertos ideales de belleza. Las cifras de Estados Unidos correspondientes a 2001 revelan por sí solas el cambio: entre 30 y 40 millones de adolescentes y preadolescentes gastaron en cosméticos entre 8 y 9 mil millones de dólares” (p. 235). La serie de episodios Define Beauty, del canal NOWNESS, pone en evidencia las problemáticas que envuelven al cuerpo y uno de ellos, Am I Ugly de Marie Schuller, representa cómo este imaginario moldea ciertas conductas que marcan lo que las personas, especialmente mujeres, definen como su identidad desde temprana edad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otro de los videos de la serie, Facefixx de Youth Hymns, trabaja a través de la ironía y la exageración sobre la costumbre de ‘editar’ los rostros a través de filtros de aplicaciones digitales; sin embargo, cabe preguntarse si estas acciones que parecieran simplemente quedar en el plano de lo virtual pueden incitar el deseo de querer alterar la apariencia física.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por último, el video Cooked de James Lees plantea un infomercial extremo que trata con ironía el fenómeno del bronceado y la búsqueda de cuerpos asoleados, semidesnudos y activos que no solo trae consecuencias estéticas paradójicas en relación al ideal de belleza de la piel joven a largo plazo, sino que también tiene consecuencias negativas para la salud.

 

 

 

 

 

 

 

 

Cabe destacar que esta lectura no busca ubicar la práctica de la cirugía plástica en una posición negativa en su totalidad. Tampoco busca plantear una sola forma de vivir el envejecimiento del cuerpo ni disminuir las inseguridades y disconformidades que puede conllevar vivir este proceso, sino que busca repensar qué lugar tiene el paso del tiempo en el cuerpo dentro de los modelos visuales de representación y, especialmente, resignificar los modelos de belleza para quienes se identifiquen con el género femenino y así abrir el espacio a la voz de la biografía de la piel. Preguntarse por qué existe, como la llama Susan Sontag, una estrategia defensiva tan fuerte que busca mantener el ideal de una apariencia estética contra la edad, para así tratar de cerrar el espacio que existe entre el imaginario de belleza promovido con la atracción de la juventud como centro y los cambios que marca la naturaleza con el paso del tiempo.

El siguiente video, From 18-80 in Two Minutes, de Bart Hess, representa los efectos del tiempo sobre la piel y el cuerpo.

En la búsqueda de los últimos años por realizar campañas más inclusivas desde diversos puntos de vista, cada vez más marcas han apostado por el uso de modelos que muestren diferentes realidades corpóreas, incorporando la vejez como símbolo de belleza. 'Age is nothin' es el título que acompaña a la producción registrada por el fotógrafo coreano Min Hyun Woo.

 

 

 

 

 

Por otro lado, la marca española de indumentaria Adolfo Domínguez lanzó en su última colección la propuesta de reforzar la durabilidad de las piezas para un nuevo tipo de consumo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para llevar adelante esto, eligió como imagen de campaña a la actriz española ganadora del Premio Goya a la Actriz Revelación del año 2020, Benedicta Sánchez. A partir del slogan 'Old is the new new', retrata a la actriz llevando piezas de la marca que usa hace 15 o 30 años. Este es un ejemplo en el que se puede ver un uso distinto del rostro de una marca en conjunto con una propuesta que va más allá del consumo exagerado del fast fashion.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La vejez generalmente está asociada al deterioro y la fragilidad, tanto física como mental, posicionado a las personas del rango etario avanzado en un lugar de deshabilidad paralizante. Esto se ve aún más acentuado cuando se la vincula al género femenino, debido a conceptos erróneos y generalizaciones comúnmente usados en la sociedad asociados a la mujer. Al tener una visión negativa sobre esta etapa de la vida y una promoción tan fuerte de la juventud, se invisibiliza la posibilidad de mirar a la edad con otros ojos. La Poética de la Fragilidad  (2016) es un proyecto transmedia que contempla y explora la estética de la fragilidad. En el film, la historiadora y directora feminista Lata Mani y Nicolás Grandi, entrelazan testimonios conectados con diversas fragilidades corporales, creando una poesía en movimiento. Algunas de las participantes son la activista Angela Davis, la poeta y dramaturga Cherrie Moraga y la académica del teatro Jisha Menon. Sus relatos reclaman la fragilidad como una parte esencial de la existencia, sea causada por dolores físicos y enfermedades que traen la vejez o la vulnerabilidad emocional que pueden generar experiencias dolorosas. De esta forma, se desarma la concepción peyorativa preestablecida sobre la fragilidad como debilidad (“Fragility (noun): liable to break or be broken; perishable; of tender frame or constitution - moral weakness”); sin fragilidad no hay fortaleza. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“En cada proceso de vida, fragilidad y fortaleza están en un pas de deux. intrincados, íntimos, inextricables”

- La Poética de la Fragilidad

No se puede negar la fragilidad de la existencia. La edad viene acompañada de cambios que varían desde la pérdida de resistencia hasta aumento del riesgo de discapacidad y deterioro mental; los músculos se vuelven más débiles, las articulaciones pueden generar dolor, la piel se arruga y cae, se es menos flexible, la vista empeora, tareas que antes se realizaban con facilidad llevan más tiempo y conllevan un mayor grado de dificultad. Sin embargo, ¿todo esto necesariamente debe ser leído como 'abandono' o se puede aprender a convivir con el cuerpo propio según la etapa que le toca vivir? La presencia de fragilidad también puede ser leída como signo de fortaleza, el punto está en no perder la noción de identidad a raíz de los términos de belleza de la cultura visual que nos rodea.

Por último, traigo a cuenta dos citas de referentes del comienzo del desarrollo para dar cierre a este trabajo, aunque incluso su propio análisis estará sujeto a cambios con el tiempo:

 

“Women have another option. They can aspire to be wise, not merely nice; to be competent, not merely helpful; to be strong, not merely graceful; to be ambitious for themselves, not merely for themselves in relation to men and children. They can let themselves age naturally and without embarrassment, actively protesting and disobeying the conventions that stem from this society’s double standard about again. Instead of being girls, girls as long as possible, who then age humiliatingly into middle-aged women, they can become women much earlier – and remain active adults, enjoying the long, erotic career of which women are capable, far longer. Women should allow their faces to show the lives they have lived”

- Susan Sontag, The Double Standard of Aging (1972)

 

“Se ha dicho, a veces, que las mujeres de cierta edad constituían un 'tercer sexo', y, en efecto, no son machos, pero ya no son hembras tampoco; y frecuentemente esta autonomía fisiológica se traduce en una salud, un equilibrio y un vigor que no poseían antes” 

Simone de Beauvoir, El segundo sexo (1949)

Capturas de escenas de La Poética de la Fragilidad

Playlist

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